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Salut ! Wie gehts? Andiamo!

Si no entiende, no se preocupe, no es culpa suya; después de todo, la historia nos cuenta que, debido a nuestra soberbia por querer alcanzar el cielo con la Torre de Babel (del hebreo antiguo confundir o mezclar), Dios castigó a los pueblos del mundo con no poder entenderse entre ellos. Sin embargo, en la actualidad, existen instituciones como la Casa de Idiomas de la Universidad de Costa Rica (UCR), que pretenden achicar cada vez más nuestras diferencias lingüísticas mediante la enseñanza, la difusión y el aprendizaje de idiomas.

Una casa misteriosa

Una rápida búsqueda en internet sobre la casa revela… nada. Esto no es coincidencia: de la casa se sabe muy poco. Entre las fuentes más importantes, se encuentra un artículo de La Nación, publicado en 1991, el cual relata que fue construida por un alemán de apellido Schubert, quien murió poco después de entregada la casa. Juan Bansbach, alemán nacionalizado costarricense, la adquirió alrededor de 1938. Él narró a La Nación que, en aquella época, la casa costó 21.000 cólones, y que todo el alrededor se encontraba habitado solamente por cafetales.

La familia Bansbach habitó el inmueble por 30 años, hasta que, cerca de 1968, se mudaron debido al ruido generado en este nuevo sector capitalino en crecimiento. La casa quedó a nombre de la hija de Juan, Clara, y esta la alquiló a Víctor Mora Black, quien posteriormente la adquirió como propia. Durante el tiempo que este fue propietario, se conoce nada más que comenzaron las labores de restauración.

Lo que sí se sabe

La Nación relata que la casa pasó por un largo proceso de renovación, gracias a dos propietarios. En primer lugar, se dieron las reformas realizadas por Black, que incluyeron los baños, recuperación de pisos originales, establecimiento de tuberías, instalaciones eléctricas y fortalecimiento de la infraestructura. Luego, Benjamín Sasso, propietario posterior a Black, encargó a Daniel Gutiérrez para que convirtiera la cocina en una oficina, pusiera alfombras, agregara una cochera y una bodega, entre otras modificaciones, con el fin de utilizarla para la compañía Computación Sasso y Soto S.A.

A pesar de las varias facetas de la casa, como estar abandonada y contar con varios dueños, mantiene su estilo austriaco. Cuenta con tres habitaciones con su respectivo baño en el piso superior; mientras que, en el piso inferior, tiene cuatro recámaras, una oficina y -adicionalmente- una batería sanitaria, una bodega y otras aulas que no son originales.

Actualidad

Después de pasar por tres dueños, más de 70 años y varias remodelaciones, el Programa de Cursos de Conversación de la Escuela de Lenguas Modernas realizó una inversión de más de un millón de dólares, por medio de una donación a la UCR, para adquirir la casa y el terreno que la rodea en el 2010, por lo que pasa oficialmente a formar parte de la Universidad.

Laura Castro, coordinadora de los cursos de conversación, menciona que, además de sus funciones administrativas, la casa tiene un gran valor simbólico; por encontrase en un lugar de alto tránsito, permite una mayor cercanía entre ellos y la comunidad, puesto que los cursos son abiertos a todo público mayor de 15 años.

La Casa de Idiomas, como su nombre lo indica, cumple un rol fundamental en la acción social de la UCR con respecto al aprendizaje y difusión de lenguas extranjeras. Actualmente, imparte cursos de conversación en 6 idiomas: inglés, francés, portugués, japonés, alemán e italiano. Antes de la pandemia, las clases se impartían en las habitaciones convertidas en aulas, donde los estudiantes podían sumergirse en el aprendizaje de idiomas, al mismo tiempo que se rodeaban de una casa con historia que data de hace más de 80 años. ¡Más que la propia UCR!