Los hongos fueron considerados plantas por muchos años, pero a partir de 1968 pasaron a formar un reino aparte, el Reino Fungi. Aunque comparten con las plantas ciertas características, los hongos carecen del pigmento verde, llamado clorofila, característico de todas las plantas. Al carecer de este pigmento, ellos no pueden elaborar su propio alimento, por lo cual lo obtienen de la descomposición de materia orgánica, proveniente de organismos vivos o muertos (animales, plantas u otros hongos).
Se caracterizan por poseer unas estructuras en forma de hilos, llamadas hifas (su conjunto forma el micelio). Estas conforman el cuerpo del hongo y son las encargadas de la absorción de los nutrientes del sustrato donde se desarrollan. El componente más importante de la pared de estas hifas es la quitina, compuesto que también se encuentra en la cubierta de los insectos. Esas estructuras que vemos en troncos, hojas, suelo, en alimentos y paredes del baño son formadas por el micelio.
Los hongos se dividen en 6 grupos, de acuerdo con sus estructuras. Cuatro grupos incluyen organismos muy pequeños o microscópicos (microhongos: Chitridiomycota, Blastocladiomycota, Zygomycota, Glomeromycota) y dos incluyen formas visibles (macrohongos: Ascomycota y Basidiomycota).
Se reproducen tanto sexual como asexualmente. Al poseer dos formas de reproducción, les dan grandes ventajas a los hongos, ya que ‒por un lado‒ pueden rápidamente adaptarse a nuevas condiciones y ‒por otro lado‒ pueden colonizar nuevos sustratos.
Se estima que pueden existir más de 5 millones de especies a nivel mundial, pero solo se conocen un 3%. Las zonas tropicales han sido poco exploradas, por lo cual podrían encontrarse muchas especies nuevas. En Costa Rica, se conocen cerca de 3 000 especies, pero se cree que podrían hallarse más de 50 000.
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