Exposición
Octubre - 2023
Museo UCR
¿Se recuerdan de los días de radio? De aquellos días en que la gente se reunía a escuchar lo que esos extraños aparatos nos decían y maravillaban. Cuando nos embarcaban en viajes, fantasías, aventuras y osadías; nos hacían pensar en amores, horrores y sabores. ¿Cuántos de nuestros antepasados -abuelos y padres- se enamoraron escuchando melodías? ¿Cuántas parejas, bailaron espontáneamente a la par de un radio, que los deleitaba con ritmos y pasos dobles?
De niños, con gran y hermosa inocencia, no nos explicamos qué era un aparato de radio. Solo sabíamos que emitían sonido. Pensábamos que eran cajas mágicas, que en sus entrañas -de baquelita, metal y vidrio- tenían personitas haciendo ruidos y cantando, para nuestro entretenimiento y gozo. De los radios recibimos música, noticias y anuncios. Sus ondas sonoras llegan a lejanías, anuncios. Sus ondas sonoras llegan a lejanías, a lugares remotos y diversos parajes. Llegan a todos y en muchos idiomas. Nos pueden llenar de tristeza o de alegría. Las notas musicales que salen de sus adentros, nos inspiran, nos motivan e impactan en nuestros estados de ánimo. Esas ondas que emiten, son eternas viajeras, de día y de noche, en verano o con lluvia. No descansan, pues en su perenne odisea, nos pueden ocupar las 24 horas.
El título “La radio: frecuencias de antaño” hace referencia al esfuerzo de don Charles Frank Denyer Montero, que desde antaño colectó y atrapó radio rreceptores y frecuencias. Antaño por la forma y tecnología, estética, color, materiales y apariencia de los radios. Gracias a don Charles, la Colección de radios Charles Frank Denyer Montero es hermosa, atractiva, curiosa, informativa y, además, corronga. Gracias a su hijo, Percy Denyer Chavarría, hoy la Universidad de Costa Rica la tiene como parte de sus haberes y el Museo de la Universidad de Costa Rica (Museo UCR) la custodia como parte de sus deberes.
Un total de 136 ítems forman la colección: radiorreceptores, radio consola, teléfono, telégrafo, micrófono y una cantidad de transmisores. Todos estos objetos, representantes de paisajes sonoros, señalan una época sonora más que visual, tiempos de novelas y de imaginación. Disfrutemos la exposición “La radio: frecuencias de antaño” y no se resistan a la posibilidad de imaginar, de viajar sin fronteras, de comunicarnos en muchos idiomas y de bailar en infinidad de sones. Solo necesitamos dos aspectos: buen oído y simple atención. Al final, veremos que la radio es una fiel compañía para pasar el día e, inclusive, la noche.
¡Sí, tengo puesta la radio!